martes, 7 de enero de 2014

Paja ll

La cosa es que estábamos ahí, tirados en la playa, con arena hasta en los dientes de tanto revolcarnos. Y entonces él dijo: Y ahora qué hacemos?
Yo no contesté nada pero me habrá adivinado, así que confesó: Lo que pasa es que yo nunca fui a un hotel.
-¿Nunca fuiste a un telo en Mar del Plata?
-No. Nunca fui a un hotel en mi vida. 
No era tanto más chico que yo, eso ya lo había averiguado, no estaba por robar ninguna cuna, así que la idea de iniciarlo, simplemente me encantó. 

Al hotel lo encontró rapidísimo. No habría ido nunca en su vida pero lo tenía bien identificado
geográficamente. Llegamos rápido pero antes hicimos una parada.
-Qué pasa? Vas a cargar nafta?
-No. Voy a comprar lo que se necesita para estos casos.- Respondió con cara de ¨ahora la posta la tengo yo¨
-Para estos casos, yo necesito chocolate...y cigarrillos mentolados.

Minutos después estacionaba su moto en la puerta misma del hotel alojamiento. Le expliqué que podía guardarla adentro, pero se negó. Así que entramos caminando y de la mano. Increíble!

La noche estaba hermosa, calurosa y era principio de mes- con los cual muchos, como nosotros, tenían dinero para pagar una habitación. Así que nos hicieron esperar. En esto de la espera parecía más adiestrado que yo. En seguida se lanzó a un cómodo sillón y a mí con él. Una espera dulce, entre besos y Milkas aireados.

Cuando subimos por fin al cuarto, el calor era insoportable. Ambos esperábamos con ansia entrar a una habitación con aire acondicionado, y lo que nos encontramos fue una estufa prendida, sí, en diciembre, la estufa estaba prendida. Eso no nos quitó las ganas, sobre todo a él, que la primera satisfacción se la dió solito, en su propio pantalón, antes de que yo pudiera deshacerme del  vestidillo que llevaba. 

En segundo intento, estuvo tímido pero llegó. Explicó que el sopor era intolerable y que estaba muy nervioso. El muchacho sudaba como un energúmeno. Se paró de golpe y sin aviso,  y abrió la persiana. Casi me muero! 

-En los telos no se puede abrir la persiana!!- no llegué a explicarle, lo vio y oyó con sus propios ojos, la sinfonía de jadeos que brotaban de todas las ventanas vecinas y rebotaban todas, contra el pulmón del escueto edificio donde nos encontrábamos. Con el apuro de volver a bajar la persiana se enroscó en la cortina que cayó al suelo con palo y todo. Nos reímos mucho.

-Por qué no te das una ducha?-sugerí.
-No quiero perder tiempo!- Y ahí no más fue por  el tercero, que no estuvo nada mal. Después se bañó. Yo también. Nos tiramos en la cama, yo fumé mi mentolado y él me acarició la cara mientras decía: linda, linda...
Me llevó a casa y me despidió con muchos besos.

Para Año Nuevo me mandó mensajes y me habló por teléfono. Así que para reyes arreglamos el segundo encuentro. Fuimos al teatro. Al salir, ya subidos a la moto y andando me dijo:
-Te llevo a tu casa porque estoy cansado.
-Pará la moto- dije en sentido figurado y en el literal también. Así que paró la moto y se dispuso a escucharme:
-Hoy es viernes. Es la segunda vez que nos vemos...Vos te querés ir a dormir? No tengo problema, yo voy a salir. ES VIERNES.
-Sola?
No respondí porque no entendí a qué iba la pregunta.
-Es que... yo hace diez años que hago terapia...no quiero ningún compromiso.
-Yo tampoco. Tenés novia?
-No.
-Estás enamorado de alguien?
-Sí. Alguien del trabajo, encima nos vemos todos los días, pero no me da bola. 

Tenía la sensación de estar hablando con una criatura de siete años. 
-Yo también estoy enamorada. Pero  estoy sola y vos estás solo, así que yo sólo pensé en que podíamos  seguir divirtiéndonos. Eso es muy comprometido? - Me acerqué mucho para decirle esto último, así que me miró seriamente y dijo:
-Me estás acosando.- Después se rió nervioso.

No puede hacer otra cosa:  paré un taxi y me subí. El taxista me preguntó si me habían robado la moto, porque yo, con el apuro, me quedé con el casco del desconocido.

Después de unos minutos de viaje y de charla con el chofer, me quedé en silencio. Fue divertido.

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