Soy un fantasma,
tan sumergido en las sombras
que no seré descubierto
ni por el susto del desprevenido.
Me pregunto si aún sigo flotando,
boca abajo en el río
y todo ésto es una alucinación post mortem.
Los días se suceden uno tras otro,
idénticos, plomizos como el manto de cenizas del volcán
que sólo se removió para sepultar a esa ciudad
que nació para ser olvidada por siglos.
El ahogo infinito
no me sacude lo suficiente y giro
-ahora veo agua
corriendo por entre mis sienes,
mis orejas, mi boca;
ahora veo la inmensidad de del cielo
con sus claros que se vuelven grises
y de nuevo agua. Grito.
Todos siguen sus caminos. Grito.
Todos siguen sus caminos. Grito.
Abro la ventana y se nubla.
Burbuja de hierro.
NO.
Río adentro...
ResponderEliminarUff! Muy Bueno!
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