Creo que fue Puré Tantáneo el que consiguió el trabajo, o tal vez Manga Lalarga, la cosa es que los tres estábamos desbordados de alegría. Nos reunimos un par de veces a ensayar en el teatrito de la calle Córdoba; encontrarnos ahí nos daba cierta seguridad porque allí mismo fue donde nos habíamos conocido hacía poco, con otros nombres y otra forma de vestirnos. Ese sábado de agosto llegó soleado y cálido, casi festejándonos, tan contento como nosotros, que nos lanzábamos solitos a nuestra primera función.
Un día hermoso como el de hoy. Hoy puede ser una gran día planteátelo así...
Manga Lalarga nos pasó a buscar por el teatrito bien temprano. Habíamos dejado todo preparado la noche anterior: el baúl con los elementos de magia, las tres valijas -siempre bien ponderadas y salvadoras de todo riesgo-, los instrumentitos musicales, nuestros vestuarios, un biombo para los trucos de Puré, ¡listos! Llegamos puntuales. La función fue realmente sencilla y mágica, sin tantos trucos. Nos divertimos mucho. Las maestras nos agradecieron enormemente, y nos pagaron.
Eso fue genial.
Manga Lalarga, previendo que ibamos a terminar justo al mediodía, había preparado unos sandwiches de jamón, queso y tomate y había cargado en su auto tres reposeras. Compramos unas gaseosas por ahí y nos instalamos en Parque Primavesi. Comimos en silencio, a la sombra de un árbol. Por momentos nuestras miradas se cruzaban y adivinábamos en el otro la misma satisfacción y nos daba risa, risa de felicidad.
Ya está. Ya me siento mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario